Miucca Prada siempre consigue sorprendernos. Si para esta primavera nos ofrecía estampados caribeños, para el próximo otoño-invierno 2011/2012, Prada diseña mujeres serpientes. Vestidos hechos a modo de escamas superpuestas con un amplio colorido que nos deslumbra con su arte de crear.
Prada trata de evocar una mujer más contemporánea basándose en los locos años veinte y los futuristas sesenta, cuando la mujer empezó a liberarse no solo en lo sociopolítico sino también en su forma de vestir. Su silueta recta oscilaba entre el estilo espacial de Courreges y Paco Rabanne y el look de las flappers de los veinte, con talles bajos para vestidos y abrigos con cierres laterales. Sus vestidos-abrigo tienen grandes botones redondos, cinturones anchos y plisados en lanas con estampados que recuerdan a las pinturas de Mondrian.
Prada incluyó en su propuesta chaquetones y abrigos con forma de caparazón en piel de pitón de colores. También ingeniosas botas, que creaban la ilusión óptica de un zapato tipo merceditas con calcetines de pitón. Para la noche, vestidos realizados a base de gigantescas escamas/lentejuelas de plástico en amarillo, salmón y marfil. Y otros de delicada organzas en tonos pasteles con casquetes de largos flecos de plástico amarillo.
sábado, 26 de febrero de 2011
MILAN, ESPECTÁCULO DE LA MODA
El pasado miércoles 23 empezó la semana de presentación de las colecciones para el próximo otoño-invierno. Con más de 80 desfiles e innumerables presentaciones en showroom todo ello en muy variopintas las localizaciones que incluyen palacetes decadentes, teatros trasnochados, cines, universidades, capillas y una carpa montada en la plaza de la Catedral del Domo.
El éxito de las colecciones está siendo lo masculino con un ligero cambio femenino que consigue no asustar a las clientas con piezas demasiados fantasiosas y permite invertir en la creación de esa gran quimera y lugar común: el fondo de armario. Con esta mentalidad, prendas como parkas, trenkas, gabanes, pantalones, gabardinas, americanas y chalecos se convierten en claves. Desde la versión más sobria de Max Mara (en suave cachemir para gabanes y trenkas) hasta los looks más glam de Moschino (con uniformes de inspiración almirante y esmóquines en lamé plateado) lo masculino se mantiene.
Priman los tonos neutros e imperan los camel, gris plomo, negro, blanco y marfil con concesiones a los colores más atrevidos: amarillo, turquesa, azulón, esmeralda o fucsia. La peletería juega un papel esencial tanto para adornar cuellos y puños (e, incluso, bajos de abrigos o faldas) como para ser protagonista. Sobretodo, en forma de chaquetas cortas.
"NORMAN FOSTER, ARQUITECTURA Y VIDA" SALE A LA VENTA
La vida de Norman Foster está a punto de salir a la luz a través de una biografía que dibuja el origen y la ascensión del arquitecto. Su autor es amigo y colega del arquitecto: Dejon Sudjic, arquitecto y director del Design Museum de Londres.
El arquitecto, hijo de una camarera y del dueño de una tienda de empeño, creció con ambición y con el desazón de discrepar del conformismo de sus padres. Robert y Lillian Foster estaban orgullosos de que su único hijo consiguiera trabajo en el Ayuntamiento tras hacerlo en una panadería y en un garaje. En 1957 y Foster tenía 22 años. La familia ascendía socialmente, pero tantas horas encerrado axfisiaron enseguida a Foster.
No había teléfono en casa de Norman. Tampoco libros. La televisión no existía. Leían el Manchester Evening News.
América era el lugar que le permitiría escapar de la frustración que sentía en Inglaterra: "En América uno puede borrar el incómodo pasado y empezar de nuevo.
Dos aspectos de la naturaleza de Foster, la clarividencia y el pragmatismo, organizan una biografía que, como la propia vida del arquitecto, tiene dos mitades: el camino hacia la cumbre y la vida en la cima.
Foster invitó a Sudjic a escribir su biografía
El arquitecto, hijo de una camarera y del dueño de una tienda de empeño, creció con ambición y con el desazón de discrepar del conformismo de sus padres. Robert y Lillian Foster estaban orgullosos de que su único hijo consiguiera trabajo en el Ayuntamiento tras hacerlo en una panadería y en un garaje. En 1957 y Foster tenía 22 años. La familia ascendía socialmente, pero tantas horas encerrado axfisiaron enseguida a Foster.
No había teléfono en casa de Norman. Tampoco libros. La televisión no existía. Leían el Manchester Evening News.
América era el lugar que le permitiría escapar de la frustración que sentía en Inglaterra: "En América uno puede borrar el incómodo pasado y empezar de nuevo.
Dos aspectos de la naturaleza de Foster, la clarividencia y el pragmatismo, organizan una biografía que, como la propia vida del arquitecto, tiene dos mitades: el camino hacia la cumbre y la vida en la cima.
Foster invitó a Sudjic a escribir su biografía
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